Esta vivienda unifamiliar está ubicada al sur de la Ciudad de México. Desde el inicio, se planteó que la fachada principal fuera ciega, garantizando privacidad en el interior sin sacrificar la calidad espacial ni el diseño.

El corazón del proyecto es una doble altura que conecta visual y funcionalmente la sala, el comedor y la cocina. Para potenciar esta experiencia, se diseñó un puente interior que vincula las habitaciones y, al mismo tiempo, permite disfrutar de la vista y la entrada de luz natural desde lo alto.

De este modo, el proyecto logra un equilibrio armonioso entre privacidad, funcionalidad y luminosidad, generando un espacio habitable que responde a las necesidades del usuario sin perder su esencia arquitectónica.